Se trata, como es sabido, de crear una estratagema válida y eficaz contra el desgaste al que la Realidad nos somete. Hay quien la encuentra incendiando una bolita de opio cuyos gases, acto seguido, inhala. Otros gritan "Dios", "Patria" o "Razón", mientras se saben seguros del desencanto que acecha.
Este es, simplemente, un lugar destinado a la salvación de las almas errabundas que se sienten desamparadas, deshauciadas de su propio asilo: la palabra.
Aquí se apela al desengaño y al criticismo sin tregua. Siempre -no se me olviden de esto- desde el plano metamorfoseado de la razón llamado absurdo y, desde el cual, alcanzamos nociones tan diametralmente contrapuestas como las de Dolor y Belleza, simultáneamente.
Bienvenidos al origen de la antagonía sistemática. No hay velocidad máxima ni dirección establecida.
Disfruten del viaje y desplieguen su imaginación.
Les aseguro sentirse, durante la estancia en la plena existencia -es decir, aquí, en el abismo-, más seguros y acogidos que nunca.