La canción de noche“Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores.
Y también mi alma es un surtidor.
Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes.
Y también mi alma es la canción de un amante.
En mí hay algo insaciado, insaciable, que quiere hablar.
En mí hay un ansia de amor, que habla asimismo el lenguaje del amor.
Luz soy yo. ¡ay, si fuera noche! Pero ésta es mi soledad, el estar circundando de luz.
Ay, si yo fuese oscuro, y nocturno! ¡Cómo iba a sorber los pechos de la luz!
¡Y aun vosotras iba a bendeciros, vosotras pequeñas estrellas centelleantes y gusanos relucientes allá arriba!- y a ser dichoso por vuestros regalos de luz.
Pero yo vivo en mi propia luz, yo reabsorbo en mí todas las llamas que de mí salen.
No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soñado que robar tiene que ser más dichoso aún que tomar. Esta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar.
Ésta es mi envidia, el ver ojos expectantes y las despejadas noches del anhelo.
¡Oh, desventura de todos los que regalan! ¡Oh eclipse de mi sol!
¡Oh ansia de ansiar! ¡Oh hambre ardiente en la saciedad!
Ellos toman de mí: ¿pero toco yo siquiera su alma?
Un abismo hay entre tomar y dar: el abismo más pequeño es el más difícil de salvar.
Un hambre brota de mi belleza: daño quisiera causar a quienes ilumino,
saquear a quienes colmo de regalos, -tanta es mi hambre de maldad.
Tal venganza se imagina mi plenitud, tal perfidia mana de mi soledad.
¡Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud se ha cansado de sí misma
por su sobreabundancia!
Quien siempre regala, corre peligro de perder el pudor; a quien siempre distribuye fórmansele,
a fuerza de distribuir, callos en las manos y en el corazón.
Mis ojos no se llenan ya de lágrimas ante la vergüenza de los que piden; mi mano se ha vuelto
demasiado dura para el temblar de las manos llenas.
¿A dónde se fueron la lágrima de mi ojo y el pulmón de mi corazón?
¡Oh, soledad de todos los que regalan! ¡Oh taciturnidad de todos los que brillan!
Muchos soles giran en el espacio desierto: a todo lo que es oscuro háblanle con su luz - para mí callan.
Oh, ésta es la enemistad de la luz contra lo que brilla, el recorrer despiadada sus órbitas.
Injusto en lo más hondo de su corazón contra lo que brilla, frío para con los soles - así camina cada sol.
Semejantes a una tempestad recorren los soles sus órbitas, siguen su voluntad inexorable,
ésa es su frialdad.
¡Oh, sólo vosotros los oscuros debéis leche y consuelo de las ubres de la luz!
¡Ay, hielo hay a mi alrededor, mi mano se abrasa al tocar lo helado!
¡Ay, en mí hay sed, que desfallece por vuestra sed!
Es de noche: ¡ay, que yo tenga que ser luz!
¡Y sed de lo nocturno! ¡Y soledad!
Es de noche: ahora, cual una fuente, brota de mí mi deseo -hablar es lo que deseo.
Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores.
Y también mi alma es un surtidor.
Es de noche: ahora se despiertan todas las canciones de los amantes.
Y también mi alma es la canción de un amante."
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“El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, -una cuerda sobre un abismo-. Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse. La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.”
Fragmentos extraídos de
Así habló ZaratustraF. Nietzsche, retrato realizado por E. Munch.