domingo, 15 de marzo de 2009

H. G. Gadamer (1900-2002)


" En la escritura se engendra la liberación del lenguaje respecto a su realización.
Bajo la forma de la escritura todo lo transmitido se da simultáneamente para cualquier presente.
En ella se da una coexistencia de pasado y presente única en su género,
pues la conciencia presente tiene la posibilidad de un acceso libre a todo cuanto se ha transmitido por escrito."

Fragmento extraído de Verdad y Método.


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“Soy ciertamente consciente, y esto empezó muy pronto, cuando leí a Kierkegaard y entonces me apropié del Hegel más vivo, de que pertenezco a fin de cuentas a la gran línea de críticos del idealismo que precisamente en nuestra juventud hicieron suya la empresa de Kierkegaard bajo el nombre de filosofía existencialista. Tampoco me hago la ilusión de haber sabido recibir plenamente los impulsos procedentes de Heidegger, ¿quién ha sabido hacerlo? No obstante, me sigue pareciendo cierto que la lengua no es sólo la casa del ser, sino también la casa del ser humano, en la que vive, se instala, se encuentra consigo mismo, se encuentra con el Otro, y que la estancia más acogedora de esta casa es la estancia de la poesía, del arte. En escuchar lo que nos dice algo, y en dejar que se nos diga, reside la exigencia más elevada que se propone al ser humano. Recordarlo para uno mismo es la cuestión más íntima de cada uno. Hacerlo para todos, y de manera convincente, es la misión de la filosofía”

Fragmento extraído de La misión de la Filosofía.

viernes, 13 de marzo de 2009

Antonin Artaud (1896-1948)


Autorretrato.


Doctor,

Hay un asunto sobre el cual hubiera querido insistir: es el de la relevancia de la cosa sobre la cual operan sus inyecciones; esta especie de languidecimiento esencial de mi ser, esta disminución de mi estiaje mental, que no quiere decir, como podría creerse, un rebajamiento cualquiera de mi moralidad (de mi alma moral) o ni siquiera de mi inteligencia, sino más bien de mi intelectualidad servible, de mis recursos razonantes, y que se relaciona más con el sentimiento que tengo yo mismo de mí mismo yo, que con lo que pongo de manifiesto a los demás de él.
Esta vitrificación sorda y polimorfa del pensamiento que en cierto momento elige su forma. Hay una vitrificación inmediata y llana del yo en el centro de todas las posibles formas, de todos los modos posibles del pensamiento.
Y, señor Doctor, ahora que usted está bien enterado de lo que puede ser alcanzado en mí (y curado por las drogas), de la zona de conflicto de mi vida, espero que sabrá suministrarme la cantidad suficiente de líquidos sutiles, de reactores especiosos, de morfina mental, capaces de sobreponer mi abatimiento, de enderezar lo que cae, de juntar lo que está separado, de reparar lo que está destruido.

Le saluda mi pensamiento.


Fragmento extraído de L'Ombilic des limbes



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No hay mundo
ni invisible dominio oculto
ni espíritus ni mundo de espíritus, nada de eso, nada de eso,
hay simplemente un estado escondido y oculto,
un desplazamiento o partir invisible de los cuerpos humanos
cuyo estado anatómico externo, orgánico externo
es el único estado reconocible, valorable, de todos los cuerpos.
Esta partida o desplazarse invisible de los cuerpos humanos
es un estado en el que no se permanece, en el que no se puede
permanecer,
porque es el vacío y la nada
y habitar en él es
PERMANECER MUERTO
en lugar de querer estar vivo,
de buscar PERMANECER VIVO,
para ganar la vida eterna (...)


Fragmento extraído de Martes 18 de Noviembre de 1947

martes, 10 de marzo de 2009

Chantal Maillard (1951-)




No pondrás nombre al fuego
No medirás la llama
con palabras dictadas por la tribu,
no pondrás nombre al fuego,
no medirás su alcance.
Todas las llamas son el mismo fuego.
Mi cuerpo es una antorcha que alumbra los espantos
que la razón constituye en sus tinieblas.
Hay que mirar al cuerpo, muy adentro,
tocar el centro ardiente, abrirlo y propagar
el gozo de la lava.
No importa en qué caderas,
en qué pecho resbale,
no importa la estatura, el sexo o la materia
pues todos caminamos sobre la misma pira.
No medirás la llama con palabras que encubren
los viejos sentimientos de los hombres.

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NO EXISTE EL INFINITO

No existe el infinito:
el infinito es la sorpresa de los límites.
Alguien constata su impotencia
y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,
y nace el infinito.
El infinito es el dolor
de la razón que asalta nuestro cuerpo.
No existe el infinito, pero sí el instante:
abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;
en él un gesto se hace eterno.
Un gesto es un trayecto y una trayectoria,
un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,
más que trayecto un punto, un estallido,
un gesto no es inicio ni término de nada,
no hay voluntad en el gesto, sino impacto;
un gesto no se hace: acontece.
Y cuando algo acontece no hay escapatoria:
toda mirada tiene lugar en el destello,
toda voz es un signo, toda palabra forma
parte del mismo texto.

domingo, 8 de marzo de 2009

J. Derrida. (1930-2004)


“ La cuestión del estilo es siempre el examen,
la presión de un objeto puntiagudo.
A veces únicamente de una pluma.
Pero también de un estilete, incluso de un puñal.
Con su ayuda se puede, por supuesto,
atacar cruelmente lo que la filosofía encubre bajo el nombre de materia o matriz,
para dejarla marcada con un sello o una forma,
pero también para repeler una forma amenazadora,
mantenerla a distancia,
reprimirla, protegerse de ella
-plegándose entonces, o replegándose, en retirada, detrás de los velos. “

Fragmento extraído de Espolones. Los estilos de Nietzsche


"No digo, pues, nada que sea dicho o decible."

Fragmento extraído de Políticas de la amistad.

F. Nietzsche (1844-1900)


La canción de noche

“Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores.
Y también mi alma es un surtidor.
Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes.
Y también mi alma es la canción de un amante.
En mí hay algo insaciado, insaciable, que quiere hablar.
En mí hay un ansia de amor, que habla asimismo el lenguaje del amor.
Luz soy yo. ¡ay, si fuera noche! Pero ésta es mi soledad, el estar circundando de luz.

Ay, si yo fuese oscuro, y nocturno! ¡Cómo iba a sorber los pechos de la luz!
¡Y aun vosotras iba a bendeciros, vosotras pequeñas estrellas centelleantes y gusanos relucientes allá arriba!- y a ser dichoso por vuestros regalos de luz.

Pero yo vivo en mi propia luz, yo reabsorbo en mí todas las llamas que de mí salen.
No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soñado que robar tiene que ser más dichoso aún que tomar. Esta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar.
Ésta es mi envidia, el ver ojos expectantes y las despejadas noches del anhelo.
¡Oh, desventura de todos los que regalan! ¡Oh eclipse de mi sol!
¡Oh ansia de ansiar! ¡Oh hambre ardiente en la saciedad!
Ellos toman de mí: ¿pero toco yo siquiera su alma?
Un abismo hay entre tomar y dar: el abismo más pequeño es el más difícil de salvar.
Un hambre brota de mi belleza: daño quisiera causar a quienes ilumino,
saquear a quienes colmo de regalos, -tanta es mi hambre de maldad.
Tal venganza se imagina mi plenitud, tal perfidia mana de mi soledad.
¡Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud se ha cansado de sí misma
por su sobreabundancia!

Quien siempre regala, corre peligro de perder el pudor; a quien siempre distribuye fórmansele,
a fuerza de distribuir, callos en las manos y en el corazón.
Mis ojos no se llenan ya de lágrimas ante la vergüenza de los que piden; mi mano se ha vuelto
demasiado dura para el temblar de las manos llenas.
¿A dónde se fueron la lágrima de mi ojo y el pulmón de mi corazón?
¡Oh, soledad de todos los que regalan! ¡Oh taciturnidad de todos los que brillan!
Muchos soles giran en el espacio desierto: a todo lo que es oscuro háblanle con su luz - para mí callan.
Oh, ésta es la enemistad de la luz contra lo que brilla, el recorrer despiadada sus órbitas.
Injusto en lo más hondo de su corazón contra lo que brilla, frío para con los soles - así camina cada sol.
Semejantes a una tempestad recorren los soles sus órbitas, siguen su voluntad inexorable,
ésa es su frialdad.

¡Oh, sólo vosotros los oscuros debéis leche y consuelo de las ubres de la luz!
¡Ay, hielo hay a mi alrededor, mi mano se abrasa al tocar lo helado!
¡Ay, en mí hay sed, que desfallece por vuestra sed!
Es de noche: ¡ay, que yo tenga que ser luz!
¡Y sed de lo nocturno! ¡Y soledad!
Es de noche: ahora, cual una fuente, brota de mí mi deseo -hablar es lo que deseo.
Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores.
Y también mi alma es un surtidor.
Es de noche: ahora se despiertan todas las canciones de los amantes.
Y también mi alma es la canción de un amante."


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“El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, -una cuerda sobre un abismo-. Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse. La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.”


Fragmentos extraídos de Así habló Zaratustra


F. Nietzsche, retrato realizado por E. Munch.

sábado, 7 de marzo de 2009

Gustav Klimt (1862-1918)



Gustav Klimt





Las tres edades de la mujer





Judith y Holofernes



El árbol de la vida




Detalle de Serpientes de mar





Danae

viernes, 6 de marzo de 2009

Salvador Dalí (1904-1989)



La persistencia de la memoria




Muchacha en la ventana





Melancolía




Galatea de las esferas




Dalí

martes, 3 de marzo de 2009

Felipe Benítez Reyes (1960-)


LA PALABRA

La mano que reposa en la mano del amante,
jugando con la joya de algún aniversario.

Los tacones rojos de una puta vestida de rojo
por el pasillo de un hotel de alfombras rojas.

La adolescente que se pone los calcetines escoceses
en un almacén de bebidas,
sentada sobre un fardo de cartones, mirando su reloj,
contando unos billetes.

El jubilado que vuelve
a casa con un ramo
de rosas sin abrir -y medio siglo
vivido ya- con esa vieja
que cocina sin sal y apenas habla.

El cliente del peep-show, mirando
a través del cristal de la cabina
-como un caleidoscopio de quimeras y bragas-
el girar de unos cuerpos que sonríen.

El muchacho que entra en el bar de ambiente
con ojos de gacela lastimada.

El viajero que besa la foto familiar.

El viajero que desliza
por el mostrador la tarjeta
de crédito y se pierde
con la muchacha elegida por el laberinto de los reservados
bajo las luces especiales de un reino de peluche.

El que pronuncia un nombre, y no se duerme,
y abraza la almohada,

Los colegiales que se besan en los jardines del internado.

La separada joven que mira el teléfono,
rogándole que suene.

El señor atildado que detiene su coche en una esquina
y cierra un trato
con el chapero de las zapatillas de deporte.

El niño que busca el cuarto oscuro
para quedarse a solas con la gélida
imagen de una modelo de revistas de moda.

Contra nosotros mismos: lo que llamamos amor.

Y cada cual pronuncia esa palabra
con un secreto temor y una secreta demencia.




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DESDOBLAMIENTOS


Toda conciencia es
intermitente,
la fuga de una gota de mercurio,
un mecanismo
de reloj imperfecto,
de manera que puedo desearte
y olvidarte al segundo,
soñar que me asesinas
y sentir que me amparas,
pensar en otros cuerpos
que son siempre tu cuerpo
sin ser jamás el tuyo,
leer en otros labios
tu pura negación, lo que no eres,
para saber quién eres,
para no
saberlo bien del todo,
por respeto a tu enigma.


Toda conciencia es
un fluido sin norma,
de manera
que puedo ser de ti
o no ser nadie,
o ser incluso tú, para no ser
al instante siguiente
quien te dio lo que era.

Toda conciencia es
una borrosa luna amanecida,
de manera que puedo
ansiar lo que no ansío,
confundir los espejos con el tiempo,
herirte y aliviarte y luego herirme,
porque el dolor, si se desencadena,
siempre exige más cauce.

En esta contradicción,
en fin,
vayamos juntos,
sin negar, sin certeza,
con el mapa en la mano de la nada,
con la brújula rota de qué sueños,
con la humildad del viento fugitivo
cuando pasa
sobre el eterno mar y lo conmueve,
aunque luego se va y el mar se queda.

lunes, 2 de marzo de 2009

Antonio Gamoneda (1931-)


Sé que el único canto,
el único digno de los cantos antiguos,
la única poesía,
es la que calla y aún ama este mundo,
esta soledad que enloquece y despoja.

Poema extraído de Exentos, I. 1959-1960.



El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición.

El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido,

y no acepté otro valor que la imposibilidad.


Como un barco calcificado en un país del que se ha retirado el mar,

escuché la rendición de mis huesos depositándose en el descanso;

escuché la huída de los insectos y la retracción de la sombra al ingresar en lo que quedaba de mí;

escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio y en mi espíritu,

y no pude resistir la perfección del silencio.


Fragmento extraído de Descripción de la mentira.

Ángel González (1925-2008)


No tuvo ayer su día

Ya desde muy temprano,
ayer fue tarde.

Amaneció el crepúsculo, y al alba
el cielo derramó sobre la tierra
un gran haz de penumbra.

Cerca del mediodía
un firmamento tenue e incompleto
-¿cifra de nuestra suerte?-
brillaba todavía en el espacio.
(La luna
no iluminaba el mundo;
su cuerpo transparente
nos permitía tan sólo adivinar
la existencia más alta de otro cielo
inclemente también,inapelable.)

Seguimos esperando, sin embargo.

Imprecisas señales
-un latido de pájaros, a veces;
el eco de un relámpago;
súbitas rachas de violento viento-
nos mantenían alerta.

A la hora del ocaso
salió un momento el sol para ponerse
y confirmó las sombras con ceniza.


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Gajes del oficio

Era un hombre que, por su profesión,
cuando cometía errores eran siempre de bulto.
Me estoy refieriendo a un maletero
-o porteur, eso depende
de la situación del sujeto respecto a la cordillera pirenaica-
quien, atendiendo por uno u otro nombre,
acababa deslomado cada día
de tanto descargar y cargar trenes.

Yo también cometo errores de bulto:
voy a abrazar tu cuerpo y me abraso en el aire,
voy a pedir tequila y pronuncio te quiero,
voy a aspirar la brisa y estás en mi garganta.
Así, acabo descorazonado cada noche
de tanto acarrear mi amor por todas partes:
un amor que no sé dónde dejar
cuando llega la tarde y tú no estás conmigo.


Poemas extraídos de 101+19= 120 poemas.
Prólogo de Luis García Montero. Selección de Ángel González.
Visor, 2005, Madrid.


Retrato realizado por Juan Olalla.

domingo, 1 de marzo de 2009

Miriam Reyes (1974-)


Eventualmente paso días enteros sangrando
(por negarme a ser madre).
El vientre vacío sangra
exagerado e implacable como una mujer enamorada.
Si los hijos no salieran nunca
del cuerpo de sus madres
juro que tendría uno ahora mismo
para sentirlo crecer dentro de mí
hasta poseerme como en una sesión espiritista
o como si mi bebé y yo
fuéramos muñecas rusas
una llena de la otra
mamá llena de bebé.
También tendría un hijo
si ellos siempre fueran bebés
y pudiera sostenerlo en mis brazos por encima de la realidad
para que mi niño nunca pusiera los pies en la tierra.
Pero ellos llegan a ser
tan viejos como uno.
No alimentaré a nadie con mi cuerpo
para que viva este suicidio en-cuotas que
vivo yo.
Por eso sangro y tengo cólicos
y me aprieto este vientre vacío
y trago pastillas hasta dormirme y olvidar
que me desangro en mi negación.

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No tengo casa a la que volver
ni esperanza de la que colgarme
por eso camino.
Las casas se derrumban a mi paso
la tierra es una alfombra de escombros.
Me detengo a admirar la belleza de las palabras mecánicas
los movimientos de las excavadoras me erizaan de deseo.
De noche las contemplo:
los perfiles inmóviles de las palas
descansando sobre el cielo azul cobalto
al lado de la luna de luz nacarada
son aún más hermosos que los brazos de los hombres que las manipulan
y las excavadoras
con sus enormes bocas abiertas y llenas todavía
de tierra y escombros
parecen enormes animales muertos.
Mis padres me enseñaron a no tener nunca nada.
Ellos me enseñaron a no volver nunca a casa
a no decir nunca esta casa es mía
aquí me quedo yo
en este lugar que amo.
Cierro la puerta y no necesito mirar atrás para saber
que la casa ya no existe más.
En ninguna parte sin hablar con nadie estoy
pero si nos cruzamos
puedo enseñarte a caminar sonriente sobre la desolación.

José Ángel Valente (1929-2000)


No inútilmente.

Contemplo yo a mi vez la diferencia
entre el hombre y su sueño de más vida.
La solidez gremial de la injusticia,
la candidez azul de las palabras.

No hemos llegado lejos,
pues con razón me dices
que no son suficientes las palabras
para hacernos más libres.

Te respondo
que todavía no sabemos
hasta cuándo o hasta dónde
puede llegar una palabra.
Quién la recogerá ni de qué boca
con suficiente fe
para darle su forma verdadera.

Haber llevado el fuego un solo instante
razón nos da de la esperanza.

Pues más allá de nuestro sueño
las palabras, que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo.




Retrato de Valente realizado por Sara Lamas.